lunes, 12 de marzo de 2012

Los papeles protagonistas en el teatro en Educación Infantil

La fantasía es el paraíso de la infancia, que se convierte en herramienta metodológica y recurso didáctico para los docentes. La infancia es un motor de preguntas para los niños y un espacio de respuestas. Con la fantasía interrogan el mundo que les rodea y con la fantasía se construyen explicaciones.

Una de las principales posibilidades de la utilización del teatro como recurso en el aula de educación infantil es la de ofrecer a los alumnos un modelo para contrastar con su experiencia cotidiana. Una salida al zoo, el nacimiento de un hermano, conflictos entre iguales, son ejemplos de historias en las que el teatro, la visión de una obra, ofrece al niño un modelo sobre el que contrastar sus vivencias y experiencias.

Se trata de introducir elementos de las vivencias de los niños en las obras que se representan en el aula, dando modelos de resolución de conflictos y de actuación ante situaciones cotidianas.

El niño va a atender a la obra desde un momento simbólico y egocéntrico: va a fluir a través de la obra. Se va a ver representado; más aún, va a desaparecer el espacio escénico y se va a desarrollar en el interior del niño.



Este planteamiento se corresponde con el reconocimiento de una actitud crítica por parte del niño: es capaz de valorar una obra de teatro y de reflexionar sobre lo visto; muestra su gusto o disgusto a través de la atención prestada a la obra.

El reconocimiento del niño de sus vivencias a través del teatro exige una empatía del niño con los personajes que aparecen. Tienen que ser familiares y como todo en la infancia, deben que tener una vinculación afectiva para el niño: más allá de la familiaridad, debe conocer su nombre y alegrarse al verlo como se alegra con cualquier compañero de clase.

Obviamente, ante cualquier obra el niño va a establecer su criterio crítico sobre ella. Pero para el tratamiento que planteamos, como representación externa de la realidad cotidiana del niño, creemos que es más adecuado unos personajes con los que el niño tenga afecto. Unos protagonistas regulares a los que el niño acuda desde su experiencia, con su fantasía, para construir en conjunto su explicación del mundo.


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